Son muchos y muy conocidos los beneficios que tiene el Yoga en relación al cuidado de la mente y el cuerpo. Por ejemplo, sabemos que favorece la movilidad de las articulaciones, la elasticidad de la musculatura y nos ayuda a mantener una postura erguida. Por otro lado, hacer movimientos de forma consciente y en conexión con la respiración relaja nuestro sistema nervioso y nos ayuda tener la mente en calma. Sin embargo, existen más beneficios quizás menos conocidos:
1. Favorece nuestro estado anímico: ya que al guiar la práctica hablamos de “crecer hacia el cielo”, “alargar la columna”, es decir, estamos adoptando una postura que el cerebro relaciona con un estado de ánimo positivo. Este es uno de los motivos por el que tenemos esa sensación tan satisfactoria al terminar la clase.
2. Previene lesiones: En las clases trabajamos mucho, entre otras cosas, las caderas, por lo que estamos ayudando a prevenir esas temidas roturas que suelen surgir cuando llegamos a la tercera edad. En general se trabajan y fortalecen todas las articulaciones, por lo que mantendremos estos “engranajes” en buen funcionamiento.
3. Autoconocimiento: Si conseguimos crear una rutina iremos notando cómo nos va resultando más fácil mantenernos conectad@s con la práctica, esto quiere decir que ayudaremos a la mente a que sea consciente de cada movimiento y cada sensación que experimente el cuerpo. Esto nos aporta un gran autoconocimiento tanto de nuestro propio cuerpo como de la mente, ya que podremos investigar sobre los pensamientos que surgen durante la práctica y cómo gestionarlos.